Resulta fácil perderse con tantas posibilidades para elegir un vino. Puedes tomar la decisión buscando un gran maridaje, compartir un momento especial o simplemente descubrir nuevos sabores. Estos consejos pueden ayudarte a dar en la diana.
El etiquetado de un vino puede ser un buen punto de partida porque refleja la personalidad que la bodega desea dar a su creación. Resulta muy interesante leer la descripción del enólogo para conocer las características del vino, apuntando a sus sabores, carácter e incluso cuáles son las combinaciones de alimentos sugeridas. Además, en las contraetiquetas podrás consultar qué tipo de vino tienes entre manos: gran reserva, reserva, rosado, tinto, blanco o crianza.
Comprueba el origen del vino porque te ayudará a determinar si dispone de algún sello de calidad o pertenece a alguna Denominación de Origen. Aportará pistas sobre la región y características que son una garantía de calidad, además de un sabor específico más ajustado a tus preferencias.
Un factor fundamental a considerar es el tipo de uva empleada en la elaboración. Cada tipo es único, y en consecuencia producirá un resultado completamente distinto. Existen algunas variedades exclusivas de algunos sellos de calidad como la Prieto Picudo y Albarín que son propias de Tierra de León.
La edad del vino te indica a qué cosecha pertenece. En ella podrás comprobar el año de producción del vino y averiguar cómo afectaron las condiciones climáticas a su calidad y producción.
Pero lo más importante eres tú. Emplea tus sentidos del olfato y el gusto; si en la primera impresión, sin condicionantes de ningún tipo, te gusta lo que pruebas, probablemente valga la pena comprar ese vino.
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